viernes, 13 de enero de 2012

Bebe

Viajero de labio ardiente:
si es que la sed te mata,
ah beberás solamente
sin jarra de oro, ni plata;

pues que mi copa perdida,
aun no devuelve la suerte
porque no bebas la Vida,
que es el agua de la muerte.

Es agua pura, mi hermano:
te ofrezco, tan simplemente,
a beber de la surgente
con el hueco de tu mano.

Y sentirás en la boca
como un sabor de infinito,
cuando tu pobre alma loca
se te escape con un grito,

grito de sed que se atreve
llamar las aguas del cielo:
sed insaciable de anhelo,
que es más cruel, ¡pero…bebe!

Manuel Ortiz Guerrero 



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