domingo, 23 de junio de 2013

Helen en soledad

«El vestido de noche»,  óleo de René Magritte

Hubo oscuridad bajo el Cielo
Durante una hora.
La oscuridad que conocemos
Nos fue otorgada como una gracia.
El sol y el mediodía y las estrellas se ocultaron,
Dios abandonó su Trono,
Cuando Helen vino hacia mí, lo hizo,
¡Helen en soledad!

Lado a lado (porque el destino
Nos condenó desde el nacimiento)
Arribamos a las puertas del Limbo
Y miramos hacia la tierra.
Mano sobre mano en medio
De un espanto que el sueño no conoce,
Helen corrió junto a mi, lo hizo,
¡Helen en soledad!

Cuando el Horror que pasa
Se lanzó a nuestra caza,
Cada uno se apoyó en el otro,
Y encontramos fortaleza en el otro.
En los dientes de las Cosas Prohibidas
Y la Razón derrocada,
Helen se paró junto a mi, lo hizo,
¡Helen en soledad!

Cuando, por fin, oímos aquellos fuegos,
Quebrados y muriendo lejos,
Cuando, por fin, nuestro deseo encadenado
Nos arrastró hacia el día;
Cuando, por fin, nuestras almas se libraron
De lo que nos había revelado la Noche,
Helen pasó junto a mí, lo hizo,
¡Helen en soledad!

Déjala ir y encontrar a su amado,
Así como yo he de buscar a mi novia,
Sin conocer la Nada detrás del Limbo
Ni a quienes son encerrados dentro.
Hay un conocimiento prohibido por Dios,
Más de lo que podemos soportar,
Entonces Helen se alejó de mí, lo hizo,
¡Oh, mi alma se alegró de ello!
¡Helen en soledad!

Rudyard Kipling (1865-1936)

Lectura a cargo de Gary

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Reflejaste en un momento, todo lo que puede llegar a ser la intensidad de un espacio, de un deseo, de un sentimiento. Sentir como la soledad no es tal, sino todo lo contrario, es el camino real para un acercamiento íntimo y tan grande como todo el universo.

Precioso!!! Como todo lo que tú escribes mi linda amiga.

Daily Jara dijo...

Es hermoso este poema de Kipling, es un homenaje hermoso a la soledad, a esa resignación cansada que a veces forzadamente debemos enfrentar los seres humanos.