«Nido de soledad», óleo de Rita Rossiano
Ahora,
somos voces en mundos disímiles.
Queda el silencio  
arañando  vísceras
por  las paredes
En la delgadez del muro 
las sombras acurrucan referencias  
por donde 
resuenan   aullidos de la memoria
  La brisa, 
columpia del  sitio
telas de alguna araña 
en las  que penden
almanaques de cartón y doradas llaves.
Ahora, 
existimos en  voces de
CuCú,
herramientas de insectos,
en tibias pócimas durmiendo
                            
en los durmientes
… y la casa,
se puebla con las negruras
danzarinas del nuevo Olimpo.
Somos  burbujas …
frágiles  y escuetas
a  la espera del
estallido.
Silvia Aida Catalán

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