Sembrada entre sus vientos capitales
y desde el pecho casi sin orilla,
su corazón estalla en la semilla
de corazones rojos e inmortales.
Al Norte, sus cornisas minerales;
la arena, al Oeste, que en los huesos brilla,
y entre el Este y el Sur, la verde quilla
de su barco de tierra .y vegetales.
Hundida hasta la frente con su carga
de escombros y de vivos corazones,
mira pasar el tiempo en una larga
sucesión de esperanzas y muñones,
hasta que rompa su prisión amarga
el puño popular de sus varones.
Augusto Roa Bastos
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